ETIQUETAS Y COMPARACIONES: ¿DE VERDAD SON TAN PERJUDICIALES?

¡Hola! ¿Cómo va esa semana? Hoy quiero hablaros de las etiquetas y comparaciones.
Si bien es cierto que durante mucho tiempo se han utilizado las etiquetas y comparaciones en todos los ámbitos educativos como recurso para fomentar la motivación de los niños y niñas, cada vez se tiene más claro que no es oro todo lo que reluce.
Siempre tendemos a comparar a los niños, especialmente si tienen edades similares: Juan andaba a los 10 meses, Ana dormía toda la noche desde los 6 meses, A Pepito lo quité el pañal a los 16 meses…Incluso de tanto escucharnos y ser comparados, los propios niños se comparan entre ellos buscando defectos y virtudes en un intento de obtener reconocimiento social (Marta no sabe saltar a la comba, Pedro no sabe pintar sin salirse…).
No hace falta rebuscar mucho para escuchar cómo alguien (normalmente un adulto) le dice a un niño que se fije en otro para ver lo bien que hace tal o cual cosa, o cómo esa niña obedece a pies juntillas todo lo que le dicen. Y hoy os pregunto, ¿es necesario hacer pasar por esto a nuestros niños?

Durante años (y aún hoy en día) utilizamos frases como “eres el mejor en matemáticas”, “tu hermano es más ordenado”, “mira a Juan que ya se ha terminado el plato”, “mira qué bien se porta ese niño”…Que levante la mano quien no haya utilizado nunca este tipo de frases. Las utilizamos a diario. Y no sólo los padres, sino también abuelos, tíos, vecinos, educadores y, en general, cualquier persona que cruce dos palabras con un niño.

Bien, pues ya en la década de los 60 Rosenthal y Jacobson estudiaron el Efecto Pigmalión basándose en la teoría de la profecía autocumplida.  Esta teoría se basa en la motivación de los alumnos en el aula, pero podemos aplicarla en la educación que damos a nuestros hijos en general.
Según esta teoría, las expectativas que nos formulemos sobre el comportamiento de los niños determinarán la forma en que los tratemos y, en consecuencia, ellos mismos se considerarán más capacitados o menos.
En el experimento en cuestión, se observa cómo los alumnos, al ser tratados de forma diferente, también responden de forma diferente confirmando, de esta forma, las expectativas de los profesores, consiguiendo mejores o peores resultados según sean las expectativas depositadas en ellos.
Así, queda patente que las etiquetas que utilicemos para definir a nuestros hijos son las que determinarán su comportamiento a medio y largo plazo. Aquí muchos podríais decirme que si utilizáis etiquetas positivas para motivarlos nada malo puede pasar. Vamos a verlo.

Cada persona es única, tiene sus defectos y sus virtudes, a unos se nos dan bien unas cosas y a otros otras. Comparar a alguien con otras personas es un error. Todos somos únicos e irrepetibles y lo único que conseguimos comparándonos es dañar la autoestima y la confianza en uno mismo. La frase “las comparaciones son odiosas” no es ninguna exageración.
Antes de comparar a vuestros hijos con otros niños, pensad que si utilizáis una etiqueta o comparación en la que vuestros hijos salgan “perjudicados”, vuestros hijos sufrirán. Hará mella en su autoestima, en la seguridad en sí mismos, en su confianza y en el vínculo que tienen con vosotros. Y si lo que usáis son etiquetas o comparaciones en las que son vuestros hijos los que salen “beneficiados”, son otros niños los que salen perjudicados, infravalorados, dañados…por lo que en cualquier caso siempre hay algún menor que va a sufrir si utilizamos estos métodos para… ¿motivarlos?

A nadie nos gusta que nos comparen con otros, ¿o sí? Especialmente si en esas comparaciones no salimos muy bien parados que digamos. Es muy importante que nosotros, los adultos, evitemos la falsa creencia de que haciendo a los niños conscientes de las diferencias entre ellos conseguiremos que se esfuercen por ser mejores. Nada más lejos de la realidad. Lo que conseguiremos así es que sientan rabia e impotencia por no poder responder a las expectativas que tenemos sobre ellos.
No olvidéis lo que siempre os digo: cada niño es único e irrepetible, con su propio ritmo de aprendizaje y desarrollo, ¡respetémoslos! Dejemos que forjen su propia personalidad para que, en un futuro, sean personas emocionalmente sanas e independientes..


Tened presente que el mensaje que les estamos mandando con las comparaciones y etiquetas nos es otro que: NO CONFÍO EN TÍ. Con lo que lo único que conseguiremos es sembrar la duda en ellos sobre sus propias capacidades. Resulta vital que nuestros hijos se sientan apoyados y que confiamos en ellos.
Finalmente, pensad que todo este tema de las etiquetas y las comparaciones es una de las bases del bullying y nuestra responsabilidad como adultos es hacer ver a los menores que cada persona es única e irrepetible.

Gracias por leerme y, ya sabéis que si compartís, le dais al “me gusta” o me dejáis vuestros comentarios os estaré muy agradecida.

Un abrazo,

Raquel.

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Raquel Ripoll

Educa-t-nos surgió con la intención de dar respuesta a las necesidades de padres e hijos, educativas o sociales que afectan al bienestar familiar. En Raquel Ripoll doy un paso más. Te lo cuento todo en Sobre mí

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